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martes, 1 de julio de 2014

AMANITA SANGUINARIA (Rafael Pérez Estrada)

Como insaciable es tenida esta amanita. De un hermoso y ardiente color púrpura, esta criptógama es causa de la palidez y el decaimiento de quienes practican el amor en sus proximidades.
A esta seta -cuyo aspecto sugiere la riqueza de una metáfora que atañe a un granate vital- le son de aplicación cuantas leyendas traman el mito del vampiro.
Lucrecia Borgia -para que la lividez de su cutis realzara la pasión de sus labios- solía descansar en los atardeceres romanos sosteniendo entre sus senos la levedad de una de estas amanitas. Siglos más tarde, en pleno escándalo romántico, el escultor Andrea Visconti es detenido por el crimen de haber dado muerte a dos jóvenes a las que sometió al hongo «para admirar en sus cuerpos la elegancia nívea del mármol”.

2 comentarios:

  1. ¿Tiene alguien, a fines del siglo XIX, una idea clara de eso que los poetas de las edades fuertes llamaron inspiración? Si no, os lo diré yo: con sólo un resto de superstición en nuestro interior, no podríamos, desde luego, rechazar la posibilidad de ser solamente una en¬carnación, un portavoz, un medium de potencias superiores. Ése es el concepto de revelación, en el sentido de que, de pronto, con seguridad y fineza indecibles, algo bien visible y audible, algo que os estremece y trastorna hasta lo más mínimo de vuestro ser, describe simple¬mente un hecho. Se oye, sin tratar de oírlo; se toma sin tenerlo que pedir; como un relámpago surge un pensa¬miento, como algo necesario. No hay la menor duda al darle forma..., nunca he tenido que elegir. Un encanto, cuya formidable tensión se resuelve a veces en un to¬rrente de lágrimas, y en el cual el ritmo de la marcha ya se acelera, ya se retarda; un estado completamente fuera de uno mismo, con una conciencia clarísima de expe¬rimentar innumerables escalofríos y estremecimientos hasta la punta de los pies; una profundidad feliz en la que las cosas más dolorosas y más siniestras no producen efectos de contraste, sino que parecen indispensables, necesarias, como si fueran un color complementario en medio de esa superabundancia de luz, un instinto de re¬laciones rítmicas que abrazan vastos espacios donde las formas se despliegan..., la necesidad de un ritmo am¬plio, son casi la medida de la fuerza de la inspiración, como un contrapeso a la presión interior, a la tensión... Todo sucede fuera del dominio de la voluntad, en un desbordamiento sentimental de la libertad, de lo absolu¬to, de la fuerza, de la divinidad... Lo más característico es la necesidad de la imagen, de la metáfora; uno no se da cuenta de lo que es imagen o metáfora, sino que éstas se presentan como la expresión más adecuada, más justa y más sencilla. Se podría decir, en verdad, recordando una frase de Zarathustra, que los objetos, las cosas vienen so¬las para ofrecerse como metáforas ("Todas las cosas se presentan dócilmente en el discurso y lo acarician y lo adulan; pues quieren montarse sobre tus espaldas. Aquí cabalgas tú mismo sobre cada parábola, en marcha hacia la verdad. Aquí brotan todas las palabras del ser y to¬dos los secretos de esas palabras; el espíritu, el ser ente¬ro, quiere convertirse en palabra, todo el futuro quiere expresarse por ti"). Eso es lo que yo sé de la inspira¬ción; no dudo que tendríamos que remontarnos miles de años atrás para encontrar a alguien que pudiera decirme: "Eso es también lo que yo creo".

    (NIETZSCHE)

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  2. Mi patria son mis zapatos
    que van adonde yo digo;
    y no el suelo en que nací,
    que no pude yo elegirlo.

    (DANIEL HORMEÑO)

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